Notas y digresiones sobre la presunta “blancura” del punk y los orígenes afro del cuerpo rock.
Por Wu Ming 1
I. AFRICAN GENESIS
20. Lo reveló el Guardian al final de la pasada década: grupos de neofascistas de diversos países habían comprado Los Pedriches, aldea española abandonada a unos noventa kilómetros de València. Pretendían transformarla en un establecimiento “utópico”, refugio de fugitivos, centro de convenciones y colonias de verano donde experimentar el lifestyle de un futuro “nuevo orden”. Estaban y están metidas las garras –de hecho, tratándose de cerdos, las pezuñas– de una famosa formación de ultraderecha con un pie en Roma y otro en Londres.
En los dépliants que se han podido ver, se invitaba a los jóvenes de Europa a trasladarse a Los Pedriches y someterse a una estricta disciplina para dejar de “hablar, moverse, actuar como los negros”(las cursivas son mías). Una referencia clara a la influencia del hip-hop: andares bamboleantes, gestualidad exagerada, slang apropiado a la necesidad. Antropología de íncubo, para un nazi.
Wiggers Beware! es la amenaza que aparece en sitios de klanistas, milicianos y nazis americanos. “!Cuidado, negros-blancos!”
19. 1967. En su libro de ensayos Soul On Ice, escrito en la cárcel, el futuro líder de los Panteras Negras Eldridge Cleaver, dice algunas cosas sobre el twist:
Influencia recíproca: a la evangelización de los esclavos africanos por parte de baptistas y metodistas corresponde una “africanización” del cristianismo. Los negros, a su manera, ruegan al dios de los blancos. Por el contrario, algunos blancos, en determinadas ocasiones, se mueven, bailan, gritan, aúllan y entran en trance como estuvieran poseídos por los Orishas, los espíritus de la religión Yoruba.
Ultraje, pura subversión. ¡Un blanco no puede querer moverse como un negro!
17. Es la enfermedad que Ishmael Reed (en la novela Mumbo Jumbo) llama Jes Grew (“jazz grew”/”it just grew”). Una epidemia social que cada tanto se levanta y surge, encuentra su tipping point y arremete contra la sociedad americana (y después la europea).
Jes Grew es el contagio del moverse de los negros, la infección de la danza que hace sacudir el culo, “el huracán espiritual que levanta el detritus de 2000 años de sus raíces, esparciéndolo por doquier”.
No, un blanco no puede querer moverse como un negro. Es necesario reprimir, precintar, segregar, y al mismo tiempo atenuar los efectos, edulcorar las formas.
Pero el Jes Grew es demasiado fuerte. Llegó a América con los esclavos, y pronto alcanzó la fuente de los milenios, redirigió un proceso, uniendo lo que estaba dividido, separando lo que estaba unido.
16. “Génesis Africana”. Modelo “Out of Africa”. Venimos todos de allí. Lo han descubierto los paleontólogos, lo están demostrando los genetistas. Estudiando el origen de nuestros genes, volvemos a una mujer africana de hace 150.000 años, el antepasado común más reciente de todos los seres humanos vivos. Nuestra “Eva mitocondrial”.
“Look back, look back, Athena was black / Athena was black if you look back”. ¿De qué habla la canción de Alma Megretta? ¿Qué significa “Atenea era negra”?
“Ma te hai visto bbuono dint’ ‘o specchio ‘e che culore tiene ‘a faccia?”,[1] canta Raiz. Algunos años antes, decía que somos todos “hijos de Aníbal”. Es un aficionado a la temática.
Black Athena: The Afroasiatic Roots of Classical Civilization es el título de un ensayo de Martin Bernal de 1987, y el nombre del acalorado debate que le siguió: “the Black Athena controversy”. En sustancia, el asunto en disputa es la contribución africana (y semítica) a las antiguas civilizaciones del Mediterráneo (egipcia, mesopotámica, griega, latina). Hay quienes lo redescubren y exaltan, y quien lo disminuye o lo niega. La cuestión es compleja y ramificada.
15. Lo cierto: la trata trasatlántica de esclavos (la Diáspora africana) remueve algo antiguo, y enciende largas mechas en el inconsciente colectivo.
El Jes Grew comienza propagarse en el Setecientos. No es aún una epidemia: es un virus pequeño, dubitativo y todavía débil, pero mutágeno, capaz de adaptarse.
En el siglo XIX, el virus ya es fuerte. El contagio parte de Congo Square, Nueva Orleans, donde los esclavos se reúnen para tocar los tambores y bailar. Desde allí se extiende, década tras década, y entretanto se inicia el Novecientos.
En los años veinte (la década narrada en Mumbo Jumbo) el Jes Grew se extiende a lo largo y ancho de los States. Es una verdadera emergencia cultural. De alguna manera, la América blanca remedia, circunscribe y contiene. Ejerce presiones sobre la burguesía negra para que se mantenga a distancia de los “ritos salvajes”, pone en circulación versiones “limpias” de la nueva música (la orquesta de Paul Whiteman, nomen omen![2]) y por el momento tiene éxito “blanqueando” el primer jazz.
En su The Blues People, Amiri Baraka describe esta afanosa “búsqueda de refugio” cada vez que el Jes Grew se manifiesta, toma posesión de la música popular y la vuelve más africana en el espíritu y las formas.
Más africana, esto es: polirritmos, timbres ásperos, irreductibilidad a la escala temperada occidental (cuartos del tono etc.), uso percusivo de los instrumentos melódicos (el piano, las cuerdas del contrabajo), uso melódico de los instrumentos rítmicos (batería y percusiones), imitación instrumental de la voz humana (saxo, trompeta, guitarra de blues, etc.), fortísimo componente de la improvisación y la composición espontánea, atmósfera dionisiaca.
Es una continua oscilación entre las polaridades “blanca” y “negra”: en el corazón de la comunidad negra nace un subgénero de la black music; la América blanca reacciona, y elabora y pone en circulación una versión más blanda, de sonoridad más lisa y ritmo más simple. Música poco o nada improvisada, reconducible a la escala temperada de tonos y de semitonos, fácil de transcribir en el pentagrama; la comunidad negra contra reacciona y produce un nuevo subgénero más negro desde el nombre que se le da, generalmente un “africanismo” superviviente entre los pliegues del Black English. “Jazz” deriva del mandingo Jasi (wolof: Yees; temne: Jasi), que significa “exagerar”, “irse de la cabeza”, “salirse por la tangente”. “Boogie” deriva del hausa Buga (mandingo: Bugoh), que significa “pulsar”, “tocar el tambor”. “Hip” deriva del verbo wolof Hipi, que significa “tener los ojos abiertos”, “ser consciente”.
De nuevo la América blanca reacciona, y así en adelante.
El proceso es ambivalente: cada vez que el establishment blanquea la música negra, es no obstante forzado a incorporarla, y por lo tanto a “ennegrecer” la música blanca, enriquecerla de nuevas influencias.
14. En años treinta, el swing “limpio” de las grandes orquestas blancas (resultado del blanqueamiento de diez años atrás) produce dos contra-reacciones: primero el “salvaje” rhythm’n’blues (en el Midwest) y después el “cerebral” be-bop (en Nueva York).
El rhythm’n’blues es tan basto e intrínseco a la comunidad negra como para seguir siendo underground durante veinte años. En los años cincuenta entrará en relación dialéctica con la música blanca, y será una revolución.
El be-bop tiene una influencia inmediata e irreversible, pero al cabo de un lustro se simplifica y ablanda, se convierte en Cool Jazz, West Coast Jazz.
A pesar del empuje inicial que le había dado Miles Davis, el cool pronto se convierte en patrimonio de músicos blancos como Chet Baker, Gerry Mulligan, Shorty Rogers y el níveo Dave Brubeck. El uso del adjetivo cool, “frío”, como sinónimo de “calmo y distendido”, parece ser de origen africano, puesto que se encuentra en diferentes lenguas del África occidental. Es el término mandingo Suma. Pero entre los negros cool no significa “falto de aspereza”, mientras que el cool jazz blanco se hace siempre más suave y “limpio”. Urge una nueva contra-reacción.
Los jazzeros negros responden con el hard-bop, el “be-bop duro” que recupera el blues, el gospel y otras formas populares.
Después viene una ramificación: la “extremación” de los rasgos negros da vida al free jazz (Cecil Taylor usa el piano más como un instrumento de percusión que melódico, Coltrane llena su música de africanismos, por no hablar del Art Ensemble of Chicago, etc.), mientras que un posterior blanqueamiento produce la sedicente “third stream” (jazz sinfónico, de aliento clásico, “respetable”), encarnado en el Modern Jazz Quartet.
13. Entretanto, en el Sur y el Midwest, el rhythm’n’blues se mueve desde el corazón del gueto y se acerca a la frontera exterior, fascinando a músicos blancos en busca de emociones. Nace el rock’n’roll. En el slang afro-americano, la expresión indica el acto sexual.
Muchos describen el rock’n’roll como el resultado de un blanqueamiento del rhythm’n’blues a golpe de música hillbilly, pero también es verdad (sobre todo) lo contrario: el rhythm’n’blues contamina la música blanca y la hace más negra. El blanqueamiento del rock pone en boga a sujetos como Pat Boone, pero el que influirá a los artistas del futuro será el rock’n’roll más cercano a sus orígenes negros. Los riffs de Chuck Berry y Bo Diddley, los chillidos y la presencia escénica de Little Richard, Jerry Lee Lewis tocando el piano con los pies (antic del vodevil negro insertado en un nuevo contexto)... Es esta la materia que sedimenta y se convierte en tierra fértil. Con tales alforjas el rock’n’roll se convertirá en rock-y-punto, esto es, en una música más variada, facetada y auto-consciente. De hecho, una cultura, no sólo una música.
Sí, existe también un Jerry Lee Lewis blanco-blanco, que toca estúpido country&western, pero ¿a quién coño le importa? Después de todo, toca en el fondo de un punto muerto. El country-rock y el country-punk de las siuientes décadas recorrerán otros caminos, no nacerán de su repertorio “nostálgico”.
Un momento, ¿qué es de Elvis?
Perdurables en la historia de “The King” serán el movimiento pélvico (síntoma de contagio del Jes Grew) y los temas cantados con voz “negra” (That’s All Right Ma, Heartbreak Hotel, Jailhouse Rock), seguro que no las baladas azucaradas, ni la versión de O’ Sole Mio. Por decirlo con Antonio Tettamanti: la personalidad-Pelvis cuenta más que la personalidad-Elvis.
Cada vez que el rock se olvida de sus orígenes negros (o mejor aún: mulatos) y mira únicamente a la mitad europea/caucásica de su código genético, deviene música pretenciosa, artificiosa, desligada de la realidad. ¿El nadir del rock, a mi parecer? Los álbumes en solitario de Rick Wakeman de los Yes, cosas como The Six Wives of Henry VIII (1973) o Journey to the Centre of the Earth (1974). Nadie ha tenido mayor éxito en caer tan bajo.
12. Tiempo al tiempo. Volvamos a la dialéctica individualizada de Baraka, y prolonguémosla más allá del jazz y de los Sixties.
Existe un rhythm’n’blues que no se convierte en rock’n’roll, permanece negro-negro pero poco a poco se refina, se hace más “audible”, se contamina con el hard-bop, recupera el gospel y los espirituales. Este r&b toma el nombre de soul music, y su estandarte es Ray Charles.
A mitad de camino entre la soul music y el rock’n’roll se manifiesta la moda del twist, que tanto afectará al reo de estupro Eldridge Cleaver, recluso en Folsom.
En los años los sesenta el soul se dulcifica, el “sonido Motown” escala las listas llenando el aire de voces angelicales y arreglos de cuerda. Sin embargo, también hay un soul que sigue anclado en el rhythm’n’blues, áspero, tórrido, abrasivo: es el “sonido Stax”. En esta base se apoya la contra reacción negra-negra, que en breve plazo produce el funk.
“Funk” es un término afro-americano. En origen significa “hedor”, “mal olor”. Como hace notar Amiri Baraka, la referencia implícita es el olor del negro percibido por el blanco. El “funk” es el olor de la negritud, reivindicada aquí con orgullo.
El testimonio más intenso del paso del soul al funk está en el doble CD Live at the Apollo vol. II de James Brown (edición Deluxe, Universal 2001). Se trata de dos pases de junio de 1967. El primer CD es todo soul, más “canónico” y pulido, construido sobre los éxitos de años anteriores; el segundo abre de par en par las puertas del futuro e inmortaliza una de las cabalgadas funk más impresionantes de todos los tiempos, la secuencia ininterrumpida de Let Yourself Go, There Was A Time, I Feel All Right y Cold Sweat.
En el curso de algunos años, también el funk sufrirá un blanqueamiento parcial y se convertirá en música disco, que es menos polirrítmica, más ajustada, más limpia en la ejecución, aunque sigue siendo bastante africana, mucho más africana que el “jazz” de Paul Whiteman en los años veinte, que el swing de los treinta o que el cool jazz de los cincuenta. Mucho más africana que el mismo rock’n’roll.
Pero no lo bastante africana para quien vive en el gueto. La contra-reacción negra-negra recicla la escandalera del disco y produce el hip-hop, el electro, el house, el techno de Detroit. El (cada vez más precario) blanqueamiento de esas músicas provocará una nueva reacción negra-negra, que dará vida al jungle, y así en adelante.
Ésta dialéctica funciona a lo largo de cada directriz de la música popular: el blanqueamiento y la comercialización del reggae preparan la contra reacción del dub, después del raggamuffin, etc.
11. Decíamos: debajo de estas oscilaciones se puede leer una tendencia linear. Con el paso de los años, el blanqueamiento se hace menos duradero y eficaz. El blanco inyectado de música negra es cada vez más sucio, es ahora beige, marrón, “humo de Londres”. You can take niggers out of your neighborhood, but you can’t take the nigga out of you.
De hecho, los últimos cincuenta-sesenta años han visto al Jes Grew convertirse en irrefrenable pandemia. El contagio se inició con el be-bop y el tipping point llegó con el rock’n’roll. Eldridge Cleaver, al principio de los años sesenta, asiste al inicio del resurgimiento: ¡los blancos meneaban el trasero! En Italia, Celentano (el “Molleggiato”[3]), al agitarse, da la espalda al público de San Remo, de los bares con televisión, de la recepciones de los hoteles. ¡Ultraje!
Hacia el final de la década, la influencia negra en la cultura americana ya no es más subterránea. El Jes Grew desborda toda la sociedad y modifica el lenguaje del cuerpo de modo transversal. Es el período del afro-centrismo, del nacionalismo negro, del Black Power. El puño cerrado enguantado en negro, alzado en el podio de los Juegos Olímpicos mexicanos (1968), señala el punto de no retorno. Por primera vez en la historia, todas las miradas del mundo convergen en un role model negro.
Treinta años después, los fascistas de Los Pedriches y sus primos de los EE.UU. ven la punta de esta tendencia. De hecho, la sienten en su culo. Están rodeados de wiggers y no saben que hacer.Un blanco no puede querer moverse como un negro, ¡cojones!
Por Wu Ming 1
I. AFRICAN GENESIS
¡Los africanos son el agrupamiento humano más antiguo del planeta, y cualquier estética que tenga que ver con la sociedad humana debe, al menos, asumirlo como punto de partida!
Amiri Baraka, 1994.
20. Lo reveló el Guardian al final de la pasada década: grupos de neofascistas de diversos países habían comprado Los Pedriches, aldea española abandonada a unos noventa kilómetros de València. Pretendían transformarla en un establecimiento “utópico”, refugio de fugitivos, centro de convenciones y colonias de verano donde experimentar el lifestyle de un futuro “nuevo orden”. Estaban y están metidas las garras –de hecho, tratándose de cerdos, las pezuñas– de una famosa formación de ultraderecha con un pie en Roma y otro en Londres.
En los dépliants que se han podido ver, se invitaba a los jóvenes de Europa a trasladarse a Los Pedriches y someterse a una estricta disciplina para dejar de “hablar, moverse, actuar como los negros”(las cursivas son mías). Una referencia clara a la influencia del hip-hop: andares bamboleantes, gestualidad exagerada, slang apropiado a la necesidad. Antropología de íncubo, para un nazi.
Wiggers Beware! es la amenaza que aparece en sitios de klanistas, milicianos y nazis americanos. “!Cuidado, negros-blancos!”
19. 1967. En su libro de ensayos Soul On Ice, escrito en la cárcel, el futuro líder de los Panteras Negras Eldridge Cleaver, dice algunas cosas sobre el twist:
La misión de Chubby Checker fue enseñar de nuevo a los blancos, que en el transcurso de su historia lo habían olvidado, como se meneaba el culo. Es una habilidad que en otra época poseyeron, pero que habían olvidado, impulsados por el sueño puritano de escapar de la corrupción de la carne, dejando a los negros los peligros del Cuerpo [...] El twist era un misil teledirigido lanzado desde el gueto al corazón de los suburbios. El twist tuvo éxito donde política, religión y leyes habían fallado, y escribió en corazones y almas lo que el Tribunal Supremo solo podía escribir en los libros18. Debemos al padre Stephen Theodore Badin, sacerdote católico de la orden de los Sulpicianos, la descripción horripilada de un Revival Metodista en Kentucky, en 1805:
Allá predican mucho y ruegan poquísimo. Se divierten, beben licores y aúllan canciones sacras y profanas. Bailan o saltan desordenadamente, y caen a tierra exánimes como muertos; el movimiento de sus cuerpos, cabezas, pies y manos, parecen usualmente involuntarios, como el de los energúmenos: se rasgan en parte las vestiduras, especialmente el sexo que más modesto debería ser [...] Se pueden ver numerosos ministros blancos y negros, agitados como furias, gritando frases sibilinas hechas de textos sagrados desordenados, cuyo gran poder es el de coligar los sentidos y la imaginación, renovar la superstición y excitar fuertes pasiones. Quienes participan se expresan con rapidez, ruido e impetuosidad, sin parase ni un instante, repitiendo con el énfasis y las contorsiones de un prestidigitador muchos pasajes extraídos de las Escrituras, sin preocuparse en hacerlos inteligibles [...] las mujeres: como pitonisas de Apolo aparecen con gran agitación y miradas salvajes, tiemblan violentamente, cantan suplicando, bailan, ruegan, aplauden [...] A éstas extravagancias las llaman Revivals of Religion.Según los estudiosos de la cultura afro-americana, este de Badin es uno de los más antiguos testimonios de un proceso que habría trastornado y transformado para siempre la sociedad y la cultura americanas.
(Citado en: Luca Cerchiari, Civiltà musicale afro-americana. Alle origini del jazz, del samba e dei canti spirituali, Mondadori, 1999).
Influencia recíproca: a la evangelización de los esclavos africanos por parte de baptistas y metodistas corresponde una “africanización” del cristianismo. Los negros, a su manera, ruegan al dios de los blancos. Por el contrario, algunos blancos, en determinadas ocasiones, se mueven, bailan, gritan, aúllan y entran en trance como estuvieran poseídos por los Orishas, los espíritus de la religión Yoruba.
Ultraje, pura subversión. ¡Un blanco no puede querer moverse como un negro!
17. Es la enfermedad que Ishmael Reed (en la novela Mumbo Jumbo) llama Jes Grew (“jazz grew”/”it just grew”). Una epidemia social que cada tanto se levanta y surge, encuentra su tipping point y arremete contra la sociedad americana (y después la europea).
Jes Grew es el contagio del moverse de los negros, la infección de la danza que hace sacudir el culo, “el huracán espiritual que levanta el detritus de 2000 años de sus raíces, esparciéndolo por doquier”.
Con la rapidez estupefaciente del Telégrafo Secreto de Booker T. Washington, Jes Grew se difunde en América según un extraño periplo. Golpea a Pine Bluff y Magnolia en Arkansas. En Natchez, Meridian y Greenwood en Mississippi, otros casos. Epidemias esporádicas estallaron en Nashville y Knoxville en Tennessee, como también en St. Louis donde los tumultos y convulsiones forzaron al gobernador a llamar a la Guardia Nacional. Es una poderosa enfermedad, el Jes Grew infecta todo lo que toca.
No, un blanco no puede querer moverse como un negro. Es necesario reprimir, precintar, segregar, y al mismo tiempo atenuar los efectos, edulcorar las formas.
Pero el Jes Grew es demasiado fuerte. Llegó a América con los esclavos, y pronto alcanzó la fuente de los milenios, redirigió un proceso, uniendo lo que estaba dividido, separando lo que estaba unido.
16. “Génesis Africana”. Modelo “Out of Africa”. Venimos todos de allí. Lo han descubierto los paleontólogos, lo están demostrando los genetistas. Estudiando el origen de nuestros genes, volvemos a una mujer africana de hace 150.000 años, el antepasado común más reciente de todos los seres humanos vivos. Nuestra “Eva mitocondrial”.
“Look back, look back, Athena was black / Athena was black if you look back”. ¿De qué habla la canción de Alma Megretta? ¿Qué significa “Atenea era negra”?
“Ma te hai visto bbuono dint’ ‘o specchio ‘e che culore tiene ‘a faccia?”,[1] canta Raiz. Algunos años antes, decía que somos todos “hijos de Aníbal”. Es un aficionado a la temática.
Black Athena: The Afroasiatic Roots of Classical Civilization es el título de un ensayo de Martin Bernal de 1987, y el nombre del acalorado debate que le siguió: “the Black Athena controversy”. En sustancia, el asunto en disputa es la contribución africana (y semítica) a las antiguas civilizaciones del Mediterráneo (egipcia, mesopotámica, griega, latina). Hay quienes lo redescubren y exaltan, y quien lo disminuye o lo niega. La cuestión es compleja y ramificada.
15. Lo cierto: la trata trasatlántica de esclavos (la Diáspora africana) remueve algo antiguo, y enciende largas mechas en el inconsciente colectivo.
El Jes Grew comienza propagarse en el Setecientos. No es aún una epidemia: es un virus pequeño, dubitativo y todavía débil, pero mutágeno, capaz de adaptarse.
En el siglo XIX, el virus ya es fuerte. El contagio parte de Congo Square, Nueva Orleans, donde los esclavos se reúnen para tocar los tambores y bailar. Desde allí se extiende, década tras década, y entretanto se inicia el Novecientos.
En los años veinte (la década narrada en Mumbo Jumbo) el Jes Grew se extiende a lo largo y ancho de los States. Es una verdadera emergencia cultural. De alguna manera, la América blanca remedia, circunscribe y contiene. Ejerce presiones sobre la burguesía negra para que se mantenga a distancia de los “ritos salvajes”, pone en circulación versiones “limpias” de la nueva música (la orquesta de Paul Whiteman, nomen omen![2]) y por el momento tiene éxito “blanqueando” el primer jazz.
En su The Blues People, Amiri Baraka describe esta afanosa “búsqueda de refugio” cada vez que el Jes Grew se manifiesta, toma posesión de la música popular y la vuelve más africana en el espíritu y las formas.
Más africana, esto es: polirritmos, timbres ásperos, irreductibilidad a la escala temperada occidental (cuartos del tono etc.), uso percusivo de los instrumentos melódicos (el piano, las cuerdas del contrabajo), uso melódico de los instrumentos rítmicos (batería y percusiones), imitación instrumental de la voz humana (saxo, trompeta, guitarra de blues, etc.), fortísimo componente de la improvisación y la composición espontánea, atmósfera dionisiaca.
Es una continua oscilación entre las polaridades “blanca” y “negra”: en el corazón de la comunidad negra nace un subgénero de la black music; la América blanca reacciona, y elabora y pone en circulación una versión más blanda, de sonoridad más lisa y ritmo más simple. Música poco o nada improvisada, reconducible a la escala temperada de tonos y de semitonos, fácil de transcribir en el pentagrama; la comunidad negra contra reacciona y produce un nuevo subgénero más negro desde el nombre que se le da, generalmente un “africanismo” superviviente entre los pliegues del Black English. “Jazz” deriva del mandingo Jasi (wolof: Yees; temne: Jasi), que significa “exagerar”, “irse de la cabeza”, “salirse por la tangente”. “Boogie” deriva del hausa Buga (mandingo: Bugoh), que significa “pulsar”, “tocar el tambor”. “Hip” deriva del verbo wolof Hipi, que significa “tener los ojos abiertos”, “ser consciente”.
De nuevo la América blanca reacciona, y así en adelante.
El proceso es ambivalente: cada vez que el establishment blanquea la música negra, es no obstante forzado a incorporarla, y por lo tanto a “ennegrecer” la música blanca, enriquecerla de nuevas influencias.
14. En años treinta, el swing “limpio” de las grandes orquestas blancas (resultado del blanqueamiento de diez años atrás) produce dos contra-reacciones: primero el “salvaje” rhythm’n’blues (en el Midwest) y después el “cerebral” be-bop (en Nueva York).
El rhythm’n’blues es tan basto e intrínseco a la comunidad negra como para seguir siendo underground durante veinte años. En los años cincuenta entrará en relación dialéctica con la música blanca, y será una revolución.
El be-bop tiene una influencia inmediata e irreversible, pero al cabo de un lustro se simplifica y ablanda, se convierte en Cool Jazz, West Coast Jazz.
A pesar del empuje inicial que le había dado Miles Davis, el cool pronto se convierte en patrimonio de músicos blancos como Chet Baker, Gerry Mulligan, Shorty Rogers y el níveo Dave Brubeck. El uso del adjetivo cool, “frío”, como sinónimo de “calmo y distendido”, parece ser de origen africano, puesto que se encuentra en diferentes lenguas del África occidental. Es el término mandingo Suma. Pero entre los negros cool no significa “falto de aspereza”, mientras que el cool jazz blanco se hace siempre más suave y “limpio”. Urge una nueva contra-reacción.
Los jazzeros negros responden con el hard-bop, el “be-bop duro” que recupera el blues, el gospel y otras formas populares.
Después viene una ramificación: la “extremación” de los rasgos negros da vida al free jazz (Cecil Taylor usa el piano más como un instrumento de percusión que melódico, Coltrane llena su música de africanismos, por no hablar del Art Ensemble of Chicago, etc.), mientras que un posterior blanqueamiento produce la sedicente “third stream” (jazz sinfónico, de aliento clásico, “respetable”), encarnado en el Modern Jazz Quartet.
13. Entretanto, en el Sur y el Midwest, el rhythm’n’blues se mueve desde el corazón del gueto y se acerca a la frontera exterior, fascinando a músicos blancos en busca de emociones. Nace el rock’n’roll. En el slang afro-americano, la expresión indica el acto sexual.
Muchos describen el rock’n’roll como el resultado de un blanqueamiento del rhythm’n’blues a golpe de música hillbilly, pero también es verdad (sobre todo) lo contrario: el rhythm’n’blues contamina la música blanca y la hace más negra. El blanqueamiento del rock pone en boga a sujetos como Pat Boone, pero el que influirá a los artistas del futuro será el rock’n’roll más cercano a sus orígenes negros. Los riffs de Chuck Berry y Bo Diddley, los chillidos y la presencia escénica de Little Richard, Jerry Lee Lewis tocando el piano con los pies (antic del vodevil negro insertado en un nuevo contexto)... Es esta la materia que sedimenta y se convierte en tierra fértil. Con tales alforjas el rock’n’roll se convertirá en rock-y-punto, esto es, en una música más variada, facetada y auto-consciente. De hecho, una cultura, no sólo una música.
Sí, existe también un Jerry Lee Lewis blanco-blanco, que toca estúpido country&western, pero ¿a quién coño le importa? Después de todo, toca en el fondo de un punto muerto. El country-rock y el country-punk de las siuientes décadas recorrerán otros caminos, no nacerán de su repertorio “nostálgico”.
Un momento, ¿qué es de Elvis?
Perdurables en la historia de “The King” serán el movimiento pélvico (síntoma de contagio del Jes Grew) y los temas cantados con voz “negra” (That’s All Right Ma, Heartbreak Hotel, Jailhouse Rock), seguro que no las baladas azucaradas, ni la versión de O’ Sole Mio. Por decirlo con Antonio Tettamanti: la personalidad-Pelvis cuenta más que la personalidad-Elvis.
Cada vez que el rock se olvida de sus orígenes negros (o mejor aún: mulatos) y mira únicamente a la mitad europea/caucásica de su código genético, deviene música pretenciosa, artificiosa, desligada de la realidad. ¿El nadir del rock, a mi parecer? Los álbumes en solitario de Rick Wakeman de los Yes, cosas como The Six Wives of Henry VIII (1973) o Journey to the Centre of the Earth (1974). Nadie ha tenido mayor éxito en caer tan bajo.
12. Tiempo al tiempo. Volvamos a la dialéctica individualizada de Baraka, y prolonguémosla más allá del jazz y de los Sixties.
Existe un rhythm’n’blues que no se convierte en rock’n’roll, permanece negro-negro pero poco a poco se refina, se hace más “audible”, se contamina con el hard-bop, recupera el gospel y los espirituales. Este r&b toma el nombre de soul music, y su estandarte es Ray Charles.
A mitad de camino entre la soul music y el rock’n’roll se manifiesta la moda del twist, que tanto afectará al reo de estupro Eldridge Cleaver, recluso en Folsom.
En los años los sesenta el soul se dulcifica, el “sonido Motown” escala las listas llenando el aire de voces angelicales y arreglos de cuerda. Sin embargo, también hay un soul que sigue anclado en el rhythm’n’blues, áspero, tórrido, abrasivo: es el “sonido Stax”. En esta base se apoya la contra reacción negra-negra, que en breve plazo produce el funk.
“Funk” es un término afro-americano. En origen significa “hedor”, “mal olor”. Como hace notar Amiri Baraka, la referencia implícita es el olor del negro percibido por el blanco. El “funk” es el olor de la negritud, reivindicada aquí con orgullo.
El testimonio más intenso del paso del soul al funk está en el doble CD Live at the Apollo vol. II de James Brown (edición Deluxe, Universal 2001). Se trata de dos pases de junio de 1967. El primer CD es todo soul, más “canónico” y pulido, construido sobre los éxitos de años anteriores; el segundo abre de par en par las puertas del futuro e inmortaliza una de las cabalgadas funk más impresionantes de todos los tiempos, la secuencia ininterrumpida de Let Yourself Go, There Was A Time, I Feel All Right y Cold Sweat.
En el curso de algunos años, también el funk sufrirá un blanqueamiento parcial y se convertirá en música disco, que es menos polirrítmica, más ajustada, más limpia en la ejecución, aunque sigue siendo bastante africana, mucho más africana que el “jazz” de Paul Whiteman en los años veinte, que el swing de los treinta o que el cool jazz de los cincuenta. Mucho más africana que el mismo rock’n’roll.
Pero no lo bastante africana para quien vive en el gueto. La contra-reacción negra-negra recicla la escandalera del disco y produce el hip-hop, el electro, el house, el techno de Detroit. El (cada vez más precario) blanqueamiento de esas músicas provocará una nueva reacción negra-negra, que dará vida al jungle, y así en adelante.
Ésta dialéctica funciona a lo largo de cada directriz de la música popular: el blanqueamiento y la comercialización del reggae preparan la contra reacción del dub, después del raggamuffin, etc.
11. Decíamos: debajo de estas oscilaciones se puede leer una tendencia linear. Con el paso de los años, el blanqueamiento se hace menos duradero y eficaz. El blanco inyectado de música negra es cada vez más sucio, es ahora beige, marrón, “humo de Londres”. You can take niggers out of your neighborhood, but you can’t take the nigga out of you.
De hecho, los últimos cincuenta-sesenta años han visto al Jes Grew convertirse en irrefrenable pandemia. El contagio se inició con el be-bop y el tipping point llegó con el rock’n’roll. Eldridge Cleaver, al principio de los años sesenta, asiste al inicio del resurgimiento: ¡los blancos meneaban el trasero! En Italia, Celentano (el “Molleggiato”[3]), al agitarse, da la espalda al público de San Remo, de los bares con televisión, de la recepciones de los hoteles. ¡Ultraje!
Hacia el final de la década, la influencia negra en la cultura americana ya no es más subterránea. El Jes Grew desborda toda la sociedad y modifica el lenguaje del cuerpo de modo transversal. Es el período del afro-centrismo, del nacionalismo negro, del Black Power. El puño cerrado enguantado en negro, alzado en el podio de los Juegos Olímpicos mexicanos (1968), señala el punto de no retorno. Por primera vez en la historia, todas las miradas del mundo convergen en un role model negro.
Treinta años después, los fascistas de Los Pedriches y sus primos de los EE.UU. ven la punta de esta tendencia. De hecho, la sienten en su culo. Están rodeados de wiggers y no saben que hacer.Un blanco no puede querer moverse como un negro, ¡cojones!
3 comentarios:
Impressionante! Grazie, è una fatica enorme tradurre in spagnolo un saggi come questo!
Però il sottotitolo contiene un errore, non è "el rock corporativo": è "el cuerpo rock" :-)
Grazie a te!
Ya hemos corregido el subtítulo según tus indicaciones y próximamente publicaremos la segunda parte.
Querido Luther:
se comprende el tremendo esfuerzo tras la filosofía mínimoesfuercista, pero aún así te solicito humildemente q posteees más para que contribuyas a la saturación memética que caracteriza mi blog (al que te he linkeado) y al mundo posfordista demasiadotardocapitalista cognitivo en general. el Intelecto General te necesita para derrotar el mito del punk jamaicano que invade los suburbios de santiago de chile con su pegajosa alienación inteorizable siquiera por Zizek.
Amor y anti-intelectualismo debordiano
Rick Terror
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